Ventanas para ojos láser
Priscilla Hill
Archivo I
En mis notas hay
una lista de mis claves bancarias
un link de no sé qué
algo que te quise decir cuando estaba enojada
dos poemas malos
un poema que zafa
el mail de dos contadores
el nombre de una banda indie que está de moda
un metejón con el aire.
A las 22
el edificio cede sus luces
al descanso
y siento mis dientes bailar
la ruta de lo que casi hago
pero ahí viene de nuevo
algo nuevo
y fútil
que archivar
de nuevo
para martillarme.
Huellas
De lejos, un piso parejo
baldosas frías
al costado
un par de medias sucias
porque asfixiaban.
De cerca, y ahí hay que mirar dos veces,
pelos que pierdo de a poco
pero todos los días
y uñas roídas
sensualmente
por la desesperación.
Ventana
De chica abrirla significaba
la luz
y la oxigenación
de las cosas.
Hoy les temo:
su exploración garantiza
caerme hacia un sitio negro
donde la pregunta ya no es más
un relato tranquilizador
para niñas que se creen muy listas.
Confesión
Hoy que todo es un anfibio
reverso y anverso
poblar de ojos.
Hoy que no sé con quién me acuesto
cuando me dejás sola.
Hoy en este despertar caníbal
de inteligencias artificiales
que arman
con estos restos
torpes siluetas falsas.
Hoy te digo que
siento que pienso en forma de enlaces
y la soledad es mi ópera prima.
Error
Mi sobrino se quemó
y yo lo escuché decir tuit.
Dijo tui, como mi mamá
como su mamá
como la gente
cuando todavía
tenía un cuerpo para quemarse.
Crush
Quizás sea esto:
una orgía simultánea de guiños
con la pantalla iluminando
una noche a la que le faltan
párpados cerrados
para abrirse.
No sé
Yo no sé, qué sé yo
si la casualidad de este perro grácil
haciendo lo que de él se espera
del gorrión desmembrado un martes 13
de estas ganas de besarme por la espalda
de los líquenes que vehementes signan
los azulejos de un baño construido en 1932 por un hombre
ciego
qué sé yo
y del todo, no lo sabré nunca
si eso sucede
o es montado para que lo haga
quizás
en otro lado.
[Sin título]
Empiezo a sospechar
que he migrado hacia mundos
sin cuerpo.
Sus leyes se sostienen
en tres principios de existencia absoluta:
todos hablan
nadie dice
yo reacciono.
[Sin título]
Te has inventado algo
que nunca encontraré
cuando te toque.
Nadie me había hablado de esto.
No sé cómo hacer
para apagarlo.
[Sin título]
Ningún sitio se funda
sin antes matar a los pájaros
y culpar a los pájaros
de su propia muerte.
Visto
Clavar era un verbo
que se cernía sobre estacas.
No es que ahora no mate
pero me duele algo
que no sé cómo se dice,
que no resuelvo cómo se pide.
Pestaña I
Recogerla de una mejilla
y ponerla
entre tu dedo y el mío.
Se vaya con quien se vaya
-dicen-
el amor queda en la mirada.
Pestaña II
Recuerdo
que retenerla
era una forma
de inmortalidad.
Pestaña III
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ha ocurrido un problema.
Priscilla Hill
Nació en Tucumán en 1991. Escribe sobre todo poesía, aún cuando se propone hacer otras cosas. Es profesora de Lengua y Literatura e integrante de La Cimarrona Ediciones. Le gustan las redes sociales; cree que a veces destraban procesos de escritura que son interesantes, o por lo menos ella las uso para eso y para jugar un poco con la imposible coherencia de perfiles que asedian a todo ser que se jacte de ser una persona. Ventanas para ojos láser es su tercer libro. Los anteriores son Mamá, ¿qué es el miedo? (Cuentos, Gato Gordo Ediciones, 2018) y Dárselas con la noche (Poesía, El Andamio Ediciones, 2019).
Ig: @arruinanavidades
Fb: Priscilla Hill