¿Una arquitecta que escribe o una poeta que estudió arquitectura?

Por Sofía Landsman Franzzini

a Julieta Cerviño

Ilustración: Antonio Berni

Voy a arrancar preguntándote: ¿te dejas salir a jugar? O mejor dicho, ¿te vas a dejar salir a jugar ahora que ya sos arquitecta?


Cuando elegí estudiar algo referido al diseño fue porque siempre me gustó jugar, y por jugar me refiero a darle importancia a mi imaginación. Después combino eso con todos mis intereses, así que creo que sí me dejo jugar. Fuera de eso, pienso en el juego como algo ajeno a cualquier formalismo. Yo a veces hasta al diálogo mismo siento que lo hago juego, me gusta el humor, el sarcasmo. No sé si puede llamarse juego, pero si me divierto, supongo que algo de eso tiene.


¿A qué juegos jugabas y juegas?

Mis preferidos han sido siempre los que implicaban mucha imaginación. Con mis hermanos y primos nos pasábamos el día en un mundo paralelo. De chicos jugábamos a ser pawer ranger, detectives, cosas así. Todo se actuaba, entre nosotros nos decíamos los diálogos que teníamos que decir. Después obvio que las escondidas y la pilladita formaban parte del día a día. Cuando llovía aparecían los juegos de mesa, ahora son esos los juegos que han quedado, y esporádicamente se da el jugar con amigxs a esos juegos clásicos que se tornan más divertidos hasta por nostalgia. Pero mi mayor juego ahora es la distracción en situaciones de la vida cotidiana que implica la adultez, fantaseo mucho en lugares random, tiene que ver con ese mundo paralelo del que hablaba antes. Eso junto a las ocurrencias con mi sobrina. Compartir con ella me ha devuelto un poco eso, hasta jugamos a las escondidas.


Siempre me impresionó en tu poesía, que aparte de ser muy visual es muy sensitiva, a medida que una va leyendo se sienten olores y hasta sensaciones de calor o frío. ¿Cómo es tu proceso de escritura?


Creo que tengo varios procesos de escritura. A veces me sitúo en momentos, espacios, ajenos a mí o no, pero me sitúo donde quiero y me dejo atravesar por lo que percibo. En estos poemas he hecho mucho eso. He "jugado" a verme siendo una niña. Lo que hago es fijar una imagen o escena y la puedo tener en mi cabeza por días hasta que escribo. Me pasa también que no busco dónde situarme, simplemente aparecen escenarios y me incorporo. Mi mente busca ese juego y yo la dejo.

A lo ya escrito vuelvo siempre, es decir, lo que escribo a veces sale como si lo tuviera escrito de hace tiempo dentro mío y queda así tal cual sale, otras veces lo que aparece son sólo fragmentos de lo que percibo y se plasman con versos cortos que van creciendo a medida que me incorporo más. Me dejo hacerme cómplice de mis ideas digamos, y sobre todo busco mucho qué palabra se lleva mejor con lo que siento, con lo que quiero decir y cómo lo quiero decir.


Qué es ese algo que se han llevado?


Es muy abstracto quizás. Cuando te decía que juego a las escondidas con mi sobrina, me pasa que me escondo pero no lo hago de la misma manera que antes, lo hago más para mi sobrina que para mí, a ella le divierte el juego en sí, a mí, el verla divertirse. Supongo que por ahí va cuando digo que se han llevado algo. ¿Por qué una adrenalina propia que antes estaba, ya no? Me pregunto. Pasa mucho por ese lugar y sí, lo hago externo, no culpo a nadie, pero tampoco me culpo a mi porque yo no inventé cómo se crece.


Si hoy, ahora, tuvieras que elegir una canción de las palabras que no dices, ¿cuál sería?


Me cuesta esta respuesta porque mis poemas quieren ser esas canciones, pero hoy, ahora mismo, voy a cantar Sueño de una noche de verano.


¿Qué juguete de vidriera te regalarías?


Y todos ya que estamos, pero comienzo agarrando autitos a control remoto porque nunca tuve uno y siempre me gustó jugar con autos.


El poema que habla de los años oscuros y del perdón deja entrever algo muy personal. Cuando lo escribiste, ¿en quién o quiénes pensaste?

Siguiendo un poco con lo que decía recién, cuando alguien se lleva o algo se va, hay un popurrí. A veces eso implica mucha inocencia, otras mucho dolor, y así. Hasta también hay culpables. Yo acá lo reconozco en mí y junto a otrxs, he pensando en infancias de mi familia tras una dictadura militar que nos dejó ausencias. Soy familiar de desaparecidas y esa es una historia que también me pertenece. Hay una búsqueda que llevamos todxs de alguna manera, la mía pasó un día por ese poema que escribí.


¿Qué dice el último grito que nos salva a todos?

Voy a militar la transversalidad de esta frase, y dice "piedra por todos mis compas".


Sofia Landsman Franzzini

Es orgullosamente santiagueña, vivió muchos años en Tucumán pero no le gusta la achilata. Está próxima a presentar su tesis de arquitectura y urbanismo, es miembro de la editorial Chernobyl ediciones y del grupo Topos Bajo la lluvia, escribió y publicó en varias antologías, revistas, plaquetas de poesía y de narrativa. Ama las movidas independientes y escribir es su cable al universo que la mantiene viva.

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