Antes de haberme ido
Julieta Cerviño
1
Existen quienes nunca se han dicho
ese árbol es para trepar
hasta lo más alto.
Tengo una idea equivocada del azar.
A veces, es una hamaca a diferentes velocidades
y la hora de la cena
cuando hay una.
Otras, es una caída rápida
y vergonzosa.
¿Existen quienes nunca se han dicho
ese árbol es para trepar
hasta lo más alto?
2
Ellos saben
hacer que nos cuesten las cosas.
Además de lloverse
nos llueven
y nos empapamos con llantos ajenos.
3
Hay cosas que no pido prestadas,
aunque poner la canción que me diga
algo que quiero escuchar
es buscar las palabras que no digo.
El mundo es más peligroso
desde que me dijeron que no,
que nadie es tan importante
para quedarse tanto tiempo en una vida.
Yo tuve la primera desilusión
cuando supe que mi papá iba a hacerse viejo
y que los juguetes de las vidrieras no eran de nadie.
Esa vez a la tristeza me la había generado yo,
nadie me había mezquinado nada.
4
Cuando llueve
y no nos dejan andar en bicicleta
armamos barcos de papel.
Mi abuelo hace los más lindos
dobla el diario prolijo
le da el tiempo
que se merecen algunas cosas.
Cuando la lluvia se calma
salimos a la vereda
dejamos a los barcos irse
con el agua que inunda las calles,
los perseguimos hasta perderlos
corremos quizás
extrañándolos.
Sé que mi abuelo ha dejado algo suyo
en ese papel
y lo deja ir,
todos en realidad
aprendemos a hacer lo mismo.
5
Mi mamá me decía que podía llorar
que en unos años
me iba a reír de eso
pero ya pasaron muchos
y sé que no tiene razón.
6
Me hundo en el barro
primero mis manos
después mis pies
después el cuerpo entero.
Hago bolitas con mis dedos
las paso de mano en mano,
una vez que se despegan
las tiro contra la pared
y dejo una pintura hecha de tierra
para que quede por años.
Me han enseñado a atrapar luciérnagas
las guardo en un frasco,
van muriendo de a poco.
Me habría gustado decir que me pone triste
querer su luz para mi
pero a veces tengo miedo a mis palabras.
He tenido algunas opciones,
soy una niña pero ya sé
hundirme en el barro
primero mis manos
después mis pies
después el cuerpo entero.
Cuando esté sumergido del todo
hay que esperar a que deje de doler.
7
¿Alguien más va a hacerse las mismas preguntas?
¿Yo nada más me voy a quedar mirando?
Los días pasan con olor a después de la escuela
es un olor primaveral
un olor de seis de la tarde
un olor que le antecede a cualquier lluvia,
corres en la calle y la humedad empieza a tocarte.
Los chicos transpiran mucho
las chicas transpiramos menos
pero jugamos a lo mismo.
Nos hacen trampa porque creen que somos tontas,
pobrecitos.
8
Cuando jugamos a las escondidas
espero hasta el último.
El último grito
va a ser el mío.
Voy a salvar a todos.
9
Si habría sido posible esa vez
yo me escondía en otro lugar,
me permitía el tiempo
y la risa de los otros.
Si es posible todavía
me permito también mi ausencia.
¿Haría falta?
Quisiera que tengan el deseo de verme,
si es posible todavía.
10
Es lindo sentirme una niña protegida
la infancia sabe abrazarme,
solamente me falta ser fuerte
y que lo noten.
Veo que vienen a cuidarme
pero ya sé cuidarme sola
y soy una niña
y soy fuerte.
Yo comencé a notarlo primero.
11
Una de cemento
tres de arena
así se construye algo.
Para derrumbar un poco lo hecho
mezclar tierra y agua
mezclar tierra y agua
mezclar tierra y agua
hacer bolitas
tirarlas a la pared
mezclar tierra y agua
no lavarse las manos
hasta terminar.
12
Él le ha preguntado a su mamá
si dios ha creado a los dinosaurios.
¿Entendés?
él tiene una mamá
y le hace preguntas.
13
Una casa sin balcón
llena de pasto,
una terraza con peligro de derrumbe
es el lugar más alto
para ver fuegos artificiales.
Dos días al año
para ver el cielo prenderse fuego.
Por momentos parece que lo alcanzo
unos brazos me acompañan
me sostienen en sus hombros,
hacen todo más grande.
Después de eso
el humo
después de eso
la caída.
14
Alguien se ha llevado algo.
No vine a acusar a nadie
pero alguien
se ha llevado algo.
15
No pierdo la calma,
si entran a la casa sin pedir permiso
es probable que alguien también se vaya
que deje uno o dos huecos
que haga de toda una familia
una pérdida.
En los años más oscuros no pude abrazarte
era una imaginación mía nada más
y vos
tenías una sonrisa muy grande,
con los amigos se te la veía mejor.
Sé que no todos vuelven a la tierra
te daría otra tristeza menos honda,
está bien que no quieras perdonar
yo tampoco podría.
16
¿Qué quería decir ese día
cuando intentaba cantar en otro idioma?
¿Qué dice mi voz cuando canta?
¿Y mi abrazo por las noches?
¿Qué dice mi cuerpo en las horas en que nadie escucha nada?
¿Se puede acaso no escuchar nada?
¿Alguien más va a hacerse las mismas preguntas?
17
Aguantar la respiración
contar hasta cinco
fingir que aguantas más
decirle a tu amiga quién te gusta
escribirle una carta
que se enteren de lo que sentís
aprender a tener vergüenza
quedarte callada
dar el lugar
pedir prestado
no devolver
mentir el año
coleccionar figuritas repetidas
meter el pie en los rayos
mentir a tu mamá
correr con alguien
hasta caer encima
pintar un color sobre otro
llorar haciendo ruido
quedarse sin aire
y que el tiempo pase
hasta llorar en silencio.
Nada más.
18
¿Pueden los más grandes decir otra cosa
que no sea
siempre quise acompañarte y no pude?
Es tarde ahora
para que me hagan dormir.
Espero paciente
igual a como espero que los lapachos
den un color sorpresa
pero aun así no parece suficiente.
Solamente se habla de otras aspiraciones
y no se advierte
ni se sospecha
que no se está llegando a tiempo.
19
Le mostré mi mundo de juguetes
le di la mano esperando algo.
No me di cuenta
La taza de café se me ha enfriado.
Bueno, justo antes de irme
he mirado a mis ojos,
me dije que tengo que dejarme ir
que ya va siendo la hora.
Julieta Cerviño
Nació en abril de 1994 en Tucumán donde vive actualmente. Es arquitecta (FAU-UNT) en el Ministerio de Desarrollo Social e investiga ciudades, territorios y hábitat con enfoque de género. Incursiona en las artes plásticas y escribe poesía mientras hace lo que hace. Publicó poemas en “21/12” libro escrito en forma colectiva (2019) y publicado luego en digital por Elba Laso.
Ig: @julietacerv
Facebook: Julieta Cerviño